viernes, 17 de octubre de 2008

VIH (Virus de Imputalidad HUmana)

Por Leonardo Vallejo
Es común hoy en día llegar atrasado y estar a tiempo a la vez. Suena contradictorio pero realmente ahora los seres humanos, en su mayoría latinoamericanos, hemos sido atacados por el VIH y no me refiero precisamente al Virus que trae consigo el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). El VIH del cual les hablo es del Virus de Impuntualidad Humana, un virus que nos asecha en todas partes, un virus que inconscientemente propagamos.
La impuntualidad es un conflicto con la que lidiamos a diario y aunque en general nos molesta -cuando la vivimos en carne propia- , pareciera que ya nos hemos habituado a ella o peor aún, nos hemos resignado a vivir con ella. El virus de impuntualidad me fue transmitido por el mal ejemplo de personas cercanas a mí. A esta altura, estoy consciente de quien me contagio, pero el único responsable de que aún lo padezca soy yo.
Me parece que fue ayer, cuando escuche a uno de mis instructores de colegio decir: "¡Llegar a tiempo es como haber llegado atrasado, siempre hay que estar presente cinco minutos antes de la hora acordada!", este fue mi lema hasta hace un par de años. Hoy me es imposible llegar puntual a donde sea, definitivamente y sin lugar a dudas padezco del VIH en cuestión. Pero a pesar de mi "enfermedad" lo que me mantiene vivo es que no soy el único; continuamente, cuando llego atrasado, tengo la impresión que estoy a tiempo, es que siempre hay personas que llegan detrás de mi, seguramente su estado es aún mas crítico y comparado con ellos, creo que tengo muchas esperanzas de curarme y seguir "viviendo".
"La puntualidad es un factor muy importante dentro de los negocios", dice la mexicana, master en administración, Delia Isabel Flores, en su artículo "Calidad total en el servicio". Es verdad, muchos nos rehusaríamos a negociar con personas impuntuales, personas que aunque nunca hemos visto antes, nos dejarían una desagradable imagen de su empresa y de si misma. Diana DeLonzor, autora de "Never Be Late Again" (Nunca volver a llegar tarde) y ex persona impuntual dice haber encontrado que muchas personas impuntuales caen en dos categorías. Primero está el fanático de las fechas límite, quién, agregó, se siente "Inconscientemente atraído a la oleada de adrenalina de la carrera por llegar a la meta". Luego está el productor, "a quién se le infla el ego por lograr hacer el mayor número de cosas en el menor tiempo posible". Francamente y con la mano en el pecho, creo que me veo involucrado en las dos categorías -aunque estas dos, no sé porque, no son suficientes para encasillarme-.
El hecho es que todos, absolutamente todos, estamos conscientes de que la impuntualidad afecta muchísimo nuestras vidas, es una falta de respeto ante las personas y es una clara muestra de indisciplina personal; de allí la necesidad de combatirla y procurar no propagarla. Posiblemente nunca nos hemos propuesto seriamente corregir esta costumbre negativa, pero recordemos que el principal medio de transmisión es el mal ejemplo. Sabemos que a nadie le agrada esperar a nadie por consiguiente no nos hagamos esperar. Llegar a tiempo no es nada del otro mundo, solo es cuestión de organizarnos.
La puntualidad es sinónimo de respeto y de consideración hacia las demás personas; el tiempo tiene el mismo valor para uno y para otros, el tiempo es el recurso mas valioso y el único que no se puede recuperar. Por ello no desaprovechemos el tiempo ajeno ni permitamos que mal gasten el nuestro.