martes, 16 de marzo de 2010

¿Hacer de lado lo que nos gusta? -retomando mi tiempo para escribir-.

Ciertamente no recuerdo desde cuando me gusta hacerlo, pero de lo que si estoy seguro, es que me gustaría aprovechar más mi tiempo haciendo esto. Escribir.

Al igual que muchísimos jóvenes de mi edad, me ha tocado dejar de lado lo que me gustaría ser o hacer, por alcanzar los medios que me ayuden a subsistir o al menos conseguir dinero para culminar cada una de las metas propuestas.

Durante mis vacaciones de segundo curso, a los catorce años empecé a trabajar como vendedor en una Lubricadora perteneciente a mis tíos. A esa edad me hubiese gustado seguir con mi curso vacacional de deportes, en el cual fui inscrito el año anterior (allí aprendí a nadar y para no perder la  costumbre visitaba una piscina por mi casa jaja). Pero en este año toco trabajar y aquí aprendí a tratar con las personas, aprendí la Tolerancia, aprendí a Vender. El objetivo de este trabajo fue conseguir dinero para vestirme, y no es que no tenia ropa sino que quería comprar la ropa a mi gusto, y pues para esto tenia que tener mi propio dinero.

Al siguiente año, me toco ir a trabajar de Empacador en una empresa de Papel a unos 45 minutos de mi casa, bueno al menos ya estaba por los quince años, podía defenderme. A esa edad me hubiese gustado estar en un curso de guitarra, pero bueno ya saben, tocaba trabajar. Aprendí lo que es la deshonestidad, y como combatirla. Dentro del grupo de chicos que trabajamos, había uno que tenia una debilidad por sustraerse lo que no es suyo, lo conocía cuando estuve de vendedor y lo consideraba amigo mío. Él se guardaba los productos que empacábamos en las medias, zapatos, interiores, donde sea, cualquier lugar era útil para esconder lo robado. Yo lo veía, pero nunca le dije nada.Error fatal.

La persona que nos supervisaba empezó a sospechar, y como no tenia la certeza de quien era el ladrón, un día, inexplicablemente los cuatro del grupo entramos al baño a cambiarnos, salimos y a los cinco minutos nos dijeron que se había perdido dinero del pantalón de uno de los trabajadores mas antiguos, no preguntaron ni si quiera quien lo había visto, simplemente nos sentaron a un lado y nos despidieron.

Lo del dinero del pantalón estoy seguro fue una excusa, porque nosotros nunca vimos ninguna prenda en el baño. Además misteriosamente solo entro mi grupo y no el otro grupo que también solía ir a los vestidores junto a nosotros. Mi compañero el “ladrón”  apenas y entro, ese día el andaba enfermo y no se sentía bien. Fue la peor vergüenza que he sufrido. Despedido por sospecha de robo.

El objetivo de este trabajo era conseguir dinero para poder conquistar a la niña que me gustaba, en parte se cumplió.  Pero lo que rescato de esto es que el quedarse callado también te hace a ti deshonesto y te juzgan de igual manera. Aprendí a decirle a las personas que aprecio lo que no debe de hacer delante de mi.

Al siguiente año……

Luego les sigo contando… 

(Quiero seguir escribiendo, pero ya llego la hora de salir a taxear…)

martes, 4 de noviembre de 2008

“La Impuntualidad varía según la ocasión y el sexo”


La puntualidad es un valor que va más allá de estar a la hora señalada en una cita o en el trabajo. Es una calidad muy apreciada que da distinción a las personas tanto en los negocios como en la vida diaria, y aun más que eso, es cumplir con una obligación contraída.


A diferencia de esto, la impuntualidad podríamos afirmar que es una falta de respeto, de responsabilidad de uno hacia uno mismo y hacia los demás. Y a pesar de estar de acuerdo con lo expuesto, muchos preferimos ser impuntuales.


Existen muchas razones y excusas con las cuales se justifica la impuntualidad, pero sin embargo muchos de nosotros nunca hacemos nada para evitar ser impuntuales. Algunos afirman que no se puede ser puntual si se sabe que la otra persona no lo es, o aseguran que unos cuantos minutos de retraso no perjudican a nadie. Pero claro, todos están conscientes de quienes son las personas a las cuales podrían hacer esperar y saben a qué lugares no les convendría llegar tarde.


Entonces bien, en este momento se nos formula una interrogante, ¿Será acaso que la impuntualidad varía según la ocasión?, al parecer la respuesta será afirmativa para muchos, pero como saber si todos o unos cuantos creen u opinan lo mismo. Es por ello, que como proyecto de la clase de estadística, decidí hacer un pequeño análisis estadístico referente a este tema.

Pero antes de iniciar el proyecto, creí conveniente modificar el título de la encuesta, ya que de los resultados obtenidos podríamos deducir también, si la impuntualidad varía según el sexo de la persona. Es así que titule a mi proyecto:

“La impuntualidad varía según la ocasión y el sexo.”

Resultados.

Los datos se recolectaron entre los días 18,19 y 20 de julio del 2007. Para objeto de este estudio se tomo como población a cien alumnos de la Universidad en la que estudio, esta población se conformo por un 52 % del sexo masculino y el 48% del sexo femenino.


Dentro de las encuestas se omitió el campo que contendría el nombre de los estudiantes debido a que si ellos iban a dejar constancia de su nombre, las respuestas no iban a ser del todo ciertas por el simple hecho de guardar apariencias.


Partiendo de lo general, dentro de los resultados del estudio realizado nos demuestra que efectivamente más de la mitad de la población en cuestión (63 %) afirman que ha ellos no les gustaría esperar más de cinco minutos a una persona que haya sido impuntual, sin importar de quien se tratase. Sin embargo esta opinión cambia, cuando decimos que aquella persona podría ser el jefe de su empresa, entonces el porcentaje se reduce tan solo al 19% ya que un 41 % llegarían a esperar más de treinta minutos.


En la encuesta realizada también logramos apreciar que la impuntualidad básicamente se vuelve común, porque existen personas que la toleran, o como en el ejemplo anterior se sienten obligados a tolerarla. Y esto no simplemente ocurre cuando se tratase de alguien que podría perjudicar la vida laboral de los encuestados, sino también toleran la impuntualidad a personas relacionadas sentimentalmente con ellos.

Los encuestados nos dicen que estas personas se convierten en impuntuales cuando le restan interés e importancia a los acontecimientos o a las personas con la que se van a reunir, es así que el 37 % de la población aseguran que a sus reuniones de trabajo siempre procuran llegar a tiempo, pero así mismo este porcentaje baja a tan solo el 19 % cuando se trata de una reunión entre amigos, algunos aseguran que en el trabajo hay que conservar una buena imagen y que sus amigos no les importaría esperar, o lo resumen en que el trabajo es trabajo y que amigos son amigos.

Dentro de las encuestan y durante el levantamiento de la información nadie justifica plenamente que el atraso constante se deba al tráfico vehicular, o al medio de transporte en que se movilizan (el 52 % lo hace en vehículo propio), o quizás a su estado civil, y peor aún si su atraso se ve afectado por el hecho de que sean padres de familia. Esto nos ayudo a descartar que la impuntualidad también se vería afectada por estos factores, que era lo que se creía en un principio. Como vemos todo básicamente depende de la importancia que ellos le deban a los acontecimientos.
¿La impuntualidad varía según la ocasión y el sexo? Si, la impuntualidad varía según la ocasión y el sexo, y por el estudio realizado las mujeres suelen ser más impuntuales que los hombres y que estos son más tolerantes que las mujeres al momento de esperar. Es así que el 61 % de las mujeres encuestadas aseguran que siempre llegan impuntuales a sus fiestas a diferencia del 43 % de los hombres que opinan lo mismo. Y esto no varía mucho cuando hablamos de la hora de llegada al trabajo, reuniones entre amigos, citas amorosas, etc. Así mismo el 93 % de las mujeres afirman que ellas no esperarían por más de cinco minutos a una persona que ha sido impuntual, sin importar de quien se trate, a diferencia del 93 % de los hombres que esperarían hasta quince minutos.

No estaría demás enlistar las recomendaciones planteadas por los mismos encuestados, y estas son:
* Administrar bien el tiempo (Organizarnos).
* Estar a tiempo (Ser cumplidos).
* Adelantar nuestros relojes (Anticiparnos).
* No esperar, ayudaría a erradicar la mala costumbre.
* No hacer, lo que no nos gustaría que nos hagan.
* Ser responsables y sobre todo EXIGIR PUNTUALIDAD

viernes, 17 de octubre de 2008

VIH (Virus de Imputalidad HUmana)

Por Leonardo Vallejo
Es común hoy en día llegar atrasado y estar a tiempo a la vez. Suena contradictorio pero realmente ahora los seres humanos, en su mayoría latinoamericanos, hemos sido atacados por el VIH y no me refiero precisamente al Virus que trae consigo el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). El VIH del cual les hablo es del Virus de Impuntualidad Humana, un virus que nos asecha en todas partes, un virus que inconscientemente propagamos.
La impuntualidad es un conflicto con la que lidiamos a diario y aunque en general nos molesta -cuando la vivimos en carne propia- , pareciera que ya nos hemos habituado a ella o peor aún, nos hemos resignado a vivir con ella. El virus de impuntualidad me fue transmitido por el mal ejemplo de personas cercanas a mí. A esta altura, estoy consciente de quien me contagio, pero el único responsable de que aún lo padezca soy yo.
Me parece que fue ayer, cuando escuche a uno de mis instructores de colegio decir: "¡Llegar a tiempo es como haber llegado atrasado, siempre hay que estar presente cinco minutos antes de la hora acordada!", este fue mi lema hasta hace un par de años. Hoy me es imposible llegar puntual a donde sea, definitivamente y sin lugar a dudas padezco del VIH en cuestión. Pero a pesar de mi "enfermedad" lo que me mantiene vivo es que no soy el único; continuamente, cuando llego atrasado, tengo la impresión que estoy a tiempo, es que siempre hay personas que llegan detrás de mi, seguramente su estado es aún mas crítico y comparado con ellos, creo que tengo muchas esperanzas de curarme y seguir "viviendo".
"La puntualidad es un factor muy importante dentro de los negocios", dice la mexicana, master en administración, Delia Isabel Flores, en su artículo "Calidad total en el servicio". Es verdad, muchos nos rehusaríamos a negociar con personas impuntuales, personas que aunque nunca hemos visto antes, nos dejarían una desagradable imagen de su empresa y de si misma. Diana DeLonzor, autora de "Never Be Late Again" (Nunca volver a llegar tarde) y ex persona impuntual dice haber encontrado que muchas personas impuntuales caen en dos categorías. Primero está el fanático de las fechas límite, quién, agregó, se siente "Inconscientemente atraído a la oleada de adrenalina de la carrera por llegar a la meta". Luego está el productor, "a quién se le infla el ego por lograr hacer el mayor número de cosas en el menor tiempo posible". Francamente y con la mano en el pecho, creo que me veo involucrado en las dos categorías -aunque estas dos, no sé porque, no son suficientes para encasillarme-.
El hecho es que todos, absolutamente todos, estamos conscientes de que la impuntualidad afecta muchísimo nuestras vidas, es una falta de respeto ante las personas y es una clara muestra de indisciplina personal; de allí la necesidad de combatirla y procurar no propagarla. Posiblemente nunca nos hemos propuesto seriamente corregir esta costumbre negativa, pero recordemos que el principal medio de transmisión es el mal ejemplo. Sabemos que a nadie le agrada esperar a nadie por consiguiente no nos hagamos esperar. Llegar a tiempo no es nada del otro mundo, solo es cuestión de organizarnos.
La puntualidad es sinónimo de respeto y de consideración hacia las demás personas; el tiempo tiene el mismo valor para uno y para otros, el tiempo es el recurso mas valioso y el único que no se puede recuperar. Por ello no desaprovechemos el tiempo ajeno ni permitamos que mal gasten el nuestro.